Callejo 13 es uno de los tres primeros bloques de La Obra Social de PAH Vallekas. Recuperado en abril 2014simultáneamente con el bloque de Argente 8 y hecho público además con Llerena 24– se destinó desde el primer momento a su uso social: dar un hogar a familias que no podíamos acceder a vivienda de otra manera.

La toma de contacto con la propiedad –entonces Bankia, tal vez la más infame de las entidades rescatadas con dinero público– fue inmediata pero no dió frutos pese a haberse desplegado en una multitud de intentos, de los que algunos eran mensajes públicos y otros se dirigían a diferentes sucursales. ¡Se lo hemos dicho hasta con una chirigota! 

Mientras tanto limpiamos los espacios comunes. Hicimos asambleas nerviosas de primer verano en la azotea. Escribimos una lista de necesidades y nos donaron lo que nos faltó. Nos conocimos entre nosotras y buscamos maneras de tirar de la misma cuerda (a veces bien a veces no tanto). Hicimos una casa de lo que había sido abandonado. Hubo un poco de todo pero sobre todo, teníamos una casa, oye. El sábado por la tarde se pudo oír a menudo la guitarra flamenca desde el patio hasta el ático, y por suerte de nuestra vida, aún se puede.

El segundo año después de la recuperación el edificio pasó a formar parte de la cartera de activos tóxicos de SAREB. Esta operación política de nombre monstruoso, La Sociedad de Gestión de Activos procedentes de la Reestructuración Bancaria, fue creada por el primer gobierno de Rajoy y participado por capital público justo justito por debajo de la mitad. Rescató a cinco entidades bancarias en quiebra, quedándose una enorme cantidad de capital inmobiliario en forma de suelo, centros comerciales, pisos sin terminar, pisos vacíos y pisos cuyos hipotecas –muchas veces fraudulentas– estaban en impago. Desde la Plataforma de Afectados por la Hipoteca no habíamos dudado en exigir que las viviendas que terminaron en esta «cartera tóxica» pertenecían a la sociedad civil y tenían que cumplir su función social como hogares, y después del bloqueo absoluto del gobierno popular a la primera Iniciativa Legislativa Popular que planteó legislar sobre su uso, tampoco dudamos en empezar a recuperarlas uno por uno. Nosotras en Callejo 13, pegadas a la M-30 y las tranvías.

¿Qué hay en esto de lo legal, lo jurídico?, preguntáis. Pues durante más de cinco años –ya desde antes de su recuperación para La Obra Social–  el edificio ha sido objeto de un proceso de lanzamiento hipotecario en el que, en primer lugar, Bankia demandaba a la empresa constructora, y luego SAREB adquirió su lugar para seguir demandando la potestad. Es dentro de este procedimiento que se celebra hoy viernes 4 de diciembre una tal llamada «vista de inquilinos», que se traduce en nuestro juicio. Entonces que nos juzguen por querer ser inquilinas, y quererlo ser en la medida de nuestras posibilidades. Y vale, por no habernos quedado de brazos cruzados al ver que de eso, de alquileres dignos, no había justamente en esta ciudad.

En el bloque de Callejo 13 vivimos tres mujeres peleonas. Hemos planteado de mil maneras negociar un alquiler social como una salida digna para una entidad como SAREB, formado por una ingente cantidad de recursos –comprobadamente– públicos y, también, con un objetivo –supuestamente– público. Todas las peticiones de negociación han sido respondidas con oídos sordos. Pero nosotras no nos hemos cansado, nos hemos hecho más fuertes. ¡Qué este mensaje sirva como un enésimo intento! 

Sobre todo esta nota es nuestra manera de hacer memoria y visibilizar lo que nos está pasando. Quizá quien lee no está muy lejos de estar en las mismas. Quizá nos siente vecinas, quizá cercanas por otras razones. Quizá le importe el derecho a una vivienda digna, y quiera estar allí para nosotras cuando nos vienen a desahuciar, tal y como hemos estado nosotras tantas veces para otras. Quizá también es cierto que nos hace falta mover las brasas, echar leña para prender fuego otra vez, y para hacerlo hay que sentirse menos solas.

Y para que no quede sin decir: queremos un alquiler social, y copón, lo queremos ya. Una ley que se lo garantice a todo el mundo también.

Hasta conseguirlo, y más allá, entre nosotras nos defendemos.

PAH Vallekas

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